La seguridad privada es una importante actividad en nuestra economía, pues da trabajo a miles de personas y presta servicio a otros tantos miles de empresas y clientes en nuestro país.

El primer dato a analizar es la facturación anual. La última información de que disponemos es la del ejercicio 2020. Durante este período la población se vio afectada por una pandemia que afectó a toda la actividad económica. El segmento de Vigilancia alcanzó los 2.560 millones de euros, creciendo un 0,9 % respecto al año anterior. El área de Sistemas y Alarmas también aumentó un 0,5 %, alcanzando los 1.393 millones. Por el contrario, la actividad de Transporte de Fondos experimentó una fuerte caída con una facturación de 261 millones de euros, lo cual supone una caída del 19,9 % con respecto al ejercicio anterior.

La procedencia del negocio es en mayor parte del sector privado, con un 79 %, siendo el 21 % del sector público. Dentro del sector público, el 50 % de la facturación procede de empresas públicas, la Administración Estatal aporta el 20 %, la Administración Autonómica el 19 % y el restante 11 % proviene de la Administración Local.

Los segmentos que demandan vigilancia mayoritariamente son Servicios, con un 17,9 %, e Industria y Energía, con un 17,6 % de la facturación. Les siguen los segmentos de Infraestructuras de Transporte y Comercio, con un 15,9 % y un 15,5 %, respectivamente. Otros sectores como las entidades financieras y el residencial, demandaron un 6,7 % y un 5,7 % respectivamente.

El número de empresas de seguridad privada distribuidas por España es de 1.586, de las cuales 1.361 han sido habilitadas por el Ministerio del Interior, 202 por el Gobierno Catalán y 23 por el Gobierno Vasco. Cabe destacar la enorme atomización que hay en este sector, pues según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un 85 % de las empresas de seguridad privada tienen menos de 50 trabajadores.

Vayamos al perfil del Vigilante de Seguridad. Hay 85.700 vigilantes de seguridad, de los cuales el 85 % son contratados de forma indefinida (este sector apuesta por la calidad y la estabilidad en el empleo) y el 15 % en modalidad temporal. La edad media de los vigilantes es de 47 años. El 87 % son hombres y el 13 % mujeres. En España hay un vigilante de seguridad privada por cada 553 habitantes, mientras que en Europa la proporción es 1/281.

Las materias que tienen una incidencia negativa en la recuperación del sector son la competencia desleal, el intrusismo profesional, los bajos precios de licitación, la insuficiente correlación entre riesgo asumido/rentabilidad, los problemas de regulación y continua inseguridad jurídica (sobretodo la añadida en la actividad de transporte de fondos y gestión de efectivo).

Una de las fortalezas que caracteriza al sector es la creación de empleo de calidad a medida que se produce una reactivación del consumo. La reciente situación sanitaria ha favorecido la aparición de nuevas funciones para los profesionales de la seguridad privada. 

Un estudio sociológico sobre la percepción de la Seguridad Privada en España valora aspectos esenciales que inciden sobre este sector, como la percepción y valoración del cometido de los vigilantes de seguridad, los lugares en los que la seguridad privada debería consolidar o aumentar su presencia, la protección jurídica  y el reconocimiento social de los profesionales. Una de las principales conclusiones que se sacan del estudio es el aumento de la sensación de seguridad que genera la presencia de vigilantes. Un 86 % de los españoles se sienten muy seguros en presencia de los vigilantes, lo cual supone un aumento del 7 % en relación a los resultados que el estudio arrojó hace 5 años.