Durante la pandemia producida por el coronavirus los departamentos de seguridad de las entidades bancarias no sólo no han reducido su trabajo sino que se han visto obligados a hacer frente a un mayor número de amenazas, a pesar de la reducción de la movilidad por las restricciones. La transformación digital del sector bancario ha traído consigo nuevas amenazas que se perpetran a distancia.

Los departamentos de seguridad de los bancos han analizado algunos de los delitos que más se cometen: atracos, estafas, sustracciones por parte de descuideros, ciberdelitos o ataques contra cajeros. Con respecto a los atracos, los delincuentes se sienten amparados por la sensación de impunidad que dan las mascarillas.

Una de las principales amenazas contra la seguridad bancaria son los ataques contra cajeros automáticos (ATM en inglés). Existen distintas modalidades de ataques: Black Box (consiste en tomar el control del ordenador del cajero), o el skimming (procedimiento por el que se colocan dispositivos de copia de tarjetas de crédito), hasta los arrancamientos o el uso de explosivos (siendo estos últimos los más frecuentes).

La problemática se da cuando los delitos cometidos contra estos cajeros afectan también a la sucursal, dejándola inhabilitada durante unos días, entonces los clientes dejan de hacer operaciones allí y aumenta el grado de inquietud entre los clientes y los empleados. La clave es buscar en el mercado de la seguridad bancaria las soluciones que mejor se adapten a cada entidad, como el entintado de efectivo o evitar la sustracción de la caja del ATM.

Otro aspecto a valorar es la relación entre el Covid-19 y el dinero en efectivo. Según varios expertos, el impacto por el coronavirus ha supuesto una reducción del 33 % de la gestión de efectivo. El menor impacto se produjo en los cajeros, aunque la retirada y entrada de dinero en las oficinas ha sido menor que antes del estado de alarma. Destaca la reducción del uso de efectivo en sectores como el retail o el turismo (durante la pandemia se ha producido una reducción del flujo de efectivo del 50 %).

La situación de las oficinas y los cajeros contrasta con la de las compras online, que han crecido un 51 % durante la pandemia y seguirá aumentando cuando el coronavirus desaparezca. El 47 % de los españoles ha aumentado sus pagos digitales como consecuencia de la pandemia. Al reducirse la cantidad de dinero efectivo en circulación, esto podría afectar a las compañías de transporte de efectivo.

Sin embargo, podemos llegar a la siguiente conclusión: el efectivo predomina. Las preferencias de los consumidores han cambiado, lo cual ha producido una batalla por el mercado de pagos. En la competencia no sólo participan los emisores de tarjetas de crédito, sino también grandes compañías tecnológicas que están creando nuevas modalidades de pagos. A pesar de estas preferencias, el efectivo sigue siendo el medio de pago más habitual según informes del Banco de España, puesto que más de la mitad de los ciudadanos confiesa que es el medio que utilizan.